Vid

Vitis vinifera

La vid (Vitis vinifera) en Manresa, en un paisaje presidido por la silueta de Montserrat, en la imagen 1ª. La dulzura de los viñedos combinada con el perfil agreste de Montserrat recortado en el horizonte conforman la imagen inequívoca de la comarca de Bages.

Esta comarca tiene una larga tradición vinícola. Las construcciones de piedra seca distribuidas por toda la comarca -las vertientes de montaña escalonadas en bancales soportados por paredes de piedra, las numerosas barracas y las tinas construidas en los propios viñedos o en las casas de campo- mantienen viva su memoria. En conjunto, las construcciones de piedra asociadas al cultivo de la viña constituyen un patrimonio cultural diseminado de primer orden en el Bages. Durante siglos, esta comarca abasteció de vino a las vecinas del norte, las de Berguedà, Solsonès y Cerdanya, cuyo clima es ya demasiado frío y húmedo para el cultivo de la viña. En tiempos pasados eminentemente agrícolas, la viña fue el cultivo principal. Durante el siglo XIX, todo el Pla de Bages y más tarde los cerros y sierras de su alrededor se cubrieron de viñedos que progresivamente avanzaron por vertientes de montaña imposibles o muy poco productivos. Los viñedos alcanzaron la máxima extensión a finales del siglo XIX. En aquellos tiempos, los viñedos ocuparon la comarca de Bages casi por completo, solo el extremo del Moianès y los relieves inasequibles a la agricultura de Montserrat y de los alrededores de Mura se libraron de ella. En el año 1892, la filoxera (Viteus vitifolii [= Phylloxera vastatrix]), un insecto del orden homópteros, es decir del grupo de los pulgones, importado involuntariamente de América, tras cruzar Francia y destruir los viñedos del país vecino, llegó a la comarca de Bages. La filoxera ataca las hojas y las raíces de la vid, que acaba por morir. En el siglo XIX, la mayoría de viñedos en el Bages se cultivaban bajo contrato de arrendamiento que otorgaba al arrendatario o parcero el derecho a plantar y cultivar una viña hasta que dos tercios de sus pies morían. Con la muerte de las cepas a causa de la filoxera, se extinguía igualmente el contrato y los derechos sobre el terreno retornaban al dueño. Los viñedos más alejados de los núcleos de población y los menos productivos fueron abandonados. Una parte considerable de los viñedos fue replantada con cepos americanos, resistentes a la filoxera. Pero nuevamente en la década de los años 30 del siglo XX, en tiempos de la IIª República y de la guerra civil, coincidiendo con la decadencia de las vides ya viejas plantadas después de la plaga de la filoxera, muchas viñas fueron arrancadas. Estos terrenos fueron después ocupados principalmente por pinares de pino carrasco y pino negral, muchos de los cuales han sido afectados por alguno de los grandes incendios forestales recientes.

Durante la segunda mitad del siglo XX, las bodegas cooperativas de Salelles y de Artés y la empresa Bodegas Roqueta SA fueron los principales baluartes de la viña en el Bages. Tras un largo proceso de mejora de la calidad, en el año 1995 el Institut Català de la Vinya i el Vi concedió a los viticultores de la comarca la denominación de origen Pla de Bages. La variedad picapoll, una uva blanca, es la más característica del Bages -en la imagen 4ª uva picapoll a punto de vendimia- aunque macabeu, y las variedades de uva negra Cabernet-Sauvignon, sumoll y merlot -en la foto 2ª- son igualmente cultivadas. La denominación de origen Pla de Bages ha impulsado de nuevo el cultivo milenario de la viña y la elaboración de vinos excelentes. La viña es protagonista en la historia de la comarca de Bages, tanto en aquellas páginas dedicadas al medio natural, a las vicisitudes de la vegetación y del paisaje, como en las que recuerdan los hechos sociales, económicos y culturales.

[fotos Jordi Badia]