Las comunidades arbustivas

Las maquias

Imagen de finales de invierno de una maquia dominada por el madroño y el durillo, cerca del Cogulló de can Torra (Rajadell). En primer término, a la izquierda, un durillo en flor.

El término maquia (o maquí) es una palabra de origen corso que se utiliza para referirse a la vegetación mediterránea constituida principalmente por arbustos altos (1,5-2,5 m ), generalmente de hoja persistente y endurecida (esclerofilas). El mismo origen tiene la palabra maquis, aplicada a la persona que vive clandestinamente escondida en esta vegetación densa.

En la comarca de Bages, las maquias son comunidades transitorias que corresponden a un estado avanzado de la sucesión hacia el encinar o el robledal seco. A menudo, los incendios forestales contribuyen a mantener la maquia, deteniendo su progresión a bosque.

En las maquias conviven muchas especies leñosas, tales como los arbustos del encinar y algunos del coscojar y del robledal. No son raros en la maquia los matorrales, ni tampoco suelen faltar algunos árboles como la encina, los robles, el arce de Montpellier o el serbal, aunque de pequeño tamaño. El tipo de maquia más común en el Bages es la dominada por el madroño (Arbutus unedo), aunque en otras el arbusto mayoritario puede ser el durillo (Viburnum tinus) o la adelfilla (Bupleurum fruticosum).

La maquia a finales de otoño, con un madroño en fruto en primer término.

Buenos y extensos ejemplos de maquias de madroño o madroñales se encuentran en la Sierra (Rajadell), entre el cerro de Puig-de-Sanç (Súria) y la torre de Castellnou y, subiendo hacia la sierra de L’Obac, en el área de las Pasteras y can Serra (Sant Vicenç de Castellet); todas ellas relacionadas con incendios forestales. Una extensa maquia de durillo ocupa la vertiente de gran pendiente de la zona de Els Polvorers, entre los depósitos de combustible y el valle de Rajadell, en el municipio de Manresa. Las maquias dominadas por la adelfilla prosperan en especial en el piso más bajo del macizo de Montserrat.

El coscojar

El coscojar prospera en lugares rocosos y soleados, como son los relieves elevados mantenidos por la existencia de un estrato de roca más resistente. La foto fue obtenida en Els Corrons (Manresa).

El coscojar es la comunidad vegetal densa en la que predominan ampliamente los arbustos de hoja persistente y endurecida (esclerofila) que habitualmente llegan a una altura de entre 0,5 y 1,5 m. El arbusto dominante en el coscojar suele ser la coscoja (Quercus coccifera) que da nombre a la comunidad. Otro arbusto que en el Bages casi siempre acompaña a la coscoja, y que incluso puede llegar a ser dominante, es el lentisco (Pistacia lentiscus). Otros arbustos frecuentes en los coscojares del Bages son el labiérnago (Phillyrea angustifolia), el aladierno (Rhamnus alaternus), el enebro o cada (Juniperus oxycedrus) y el torvisco (Daphne gnidium). También viven en el coscojar plantas trepadoras como la clemátide o hierba muermera (Clematis flammula), la rubia (Rubia peregrina ssp. peregrina), la zarzaparrilla (Smilax aspera) y el espárrago silvestre (Asparagus acutifolius). En medio del coscojar puede crecer algun pino carrasco, el romero junto a otras plantas de monte bajo y hierbas de los prados secos como el lastón y el junquillo falso.

Los coscojares ocupan pendientes soleadas y relieves rocosos, en extensiones normalmente reducidas, allá donde el bosque tiene dificultades para establecerse.

El zarzal

Zarzal en Sant Fruitós de Bages dominado por el endrino, cubierto de pequeñas flores blancas a inicios de primavera.

Los zarzales son conjuntos vegetales impenetrables con una altura de entre 1 y 2,5 m, caracterizados por el carácter espinoso de la mayoría de arbustos y lianas que lo integran: zarzamoras (Rubus ulmifolius), rosales silvestres (Rosa canina) y otras especies), endrinos (Prunus spinosa) y majuelos (Crataegus monogyna), todos ellos espinosos. Además, también se encuentran arbustos no espinosos como el cornejo (Cornus sanguinea) y el venenoso emborrachacabras (Coriaria myrtifolia). Si el suelo es húmedo, no es raro encontrar el saúco (Sambucus nigra) y la trepadora hierba de los pordioseros (Clematis vitalba).

Un petirrojo (Erithacus rubecola) salta ágil y confiado en el interior del zarzal, protegido por el laberinto de tallos y aguijones de la zarzamora.

Los zarzales están sujetos a suelos con un cierto grado de humedad y, por tanto, suelen encontrarse en umbrías y vaguadas, en los márgenes del bosque o sustituyéndolo. La vegetación potencial de las áreas ocupadas por zarzales sería el robledal, el olmedo o la alameda. A menudo el zarzal se extiende cuando estos bosques son aclarados. Los zarzales no ocupan grandes extensiones, aunque no es raro que formen largas franjas a ambos lados de los torrentes, en los bordes de campos y en los taludes de las carreteras.

Uno de los zarzales más notables es el que se encuentra en Manresa, muy próximo al casco urbano, en la vertiente umbría del cerro de Santa Caterina junto a la estación del ferrocarril.

Los zarzales, a pesar de resultarnos antipáticos por las espinas, son importantes para los animales, especialmente para los pájaros, como refugio y fuente de alimento ya que la mayoría de las plantas que lo integran producen frutos carnosos (moras, endrinos,…).

[Jordi Badia y Florenci Vallès con la colaboración de Xavier Adot, Jordi Morató y Marc Vilarmau]